Te cuento algo
cortito.
Respetar las opiniones:
Un hombre
estaba poniendo flores en la tumba de un pariente,
cuando ve a un Japones poniendo un plato de
arroz en la tumba vecina. El hombre se dirige al japones , y le pregunta:
- 'Disculpe
señor, pero ¿cree usted que de verdad
el difunto comerá
el arroz?
- 'Si', respondió el japones... 'Cuando
el suyo venga a oler sus FLORES.'
Respetar las opciones
del otro, es una de las mayores virtudes que un ser humano puede tener. Las personas son diferentes, actúan
diferente
diferentes, actúan
diferente
y piensan diferente. No juzgues............ Solamente
COMPRENDE
Los Niños
En una tarde nublada y fría, dos niños patinaban sin preocupación
sobre una laguna congelada. De repente el
hielo se rompió, y uno de ellos cayó al agua. El otro agarro una piedra y comenzó
a golpear el hielo con todas sus fuerzas, hasta que logró quebrarlo y así salvar
a su amigo.
Cuando llegaron los bomberos y vieron lo que había sucedido,
se preguntaron: “¿Cómo lo hizo? El hielo está muy grueso, es imposible que haya
podido quebrarlo con esa piedra y sus manos tan pequeñas...”
En ese instante apareció un abuelo y, conuna sonrisa, dijo:
—Yo sé cómo lo hizo.
— ¿Cómo? —le preguntaron.
—No había nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo.
"Si lo puedes imaginar, lo puedes lograr".
Einstein
Las Tres Rejas
El joven discípulo de un
filósofo sabio llegó a casa de este y le dijo:
—Maestro, un amigo suyo
estuvo hablando mal de usted.
—¡Espera! —lo interrumpió
el filósofo—.
¿Ya hiciste pasar por las
tres rejas lo que vas a contarme?
—¿Las tres rejas? —Sí. La
primera es la reja de la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres
decirme es
absolutamente cierto?
—No; lo oí comentar a unos
vecinos.
—Entonces al menos lo
habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Esto que deseas
decirme, ¿es
bueno para alguien?
—No, en realidad no. Al
contrario...
— ¡Vaya! La última reja es
la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?
—A decir verdad, no.
—Entonces —dijo el sabio
sonriendo—, si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el
olvido.
Aprovechar una situacion
desfavorable
Cuenta esta historia que
un joven de la ciudad se fué al campo y le compró un burro a un viejo
campesino, por $
100.
El campesino acordó
entregarle el animal al día siguiente, pero al día siguiente el campesino le
dijo:
- Lo siento hijo, pero
tengo malas noticias... el burro murió.
- Bueno, entonces
devuélvame mi dinero...
- No puedo, ya lo he
gastado…
- Bien... da igual,
entrégueme el burro...
- Y ¿para qué?... ¿Qué va
a hacer con él ?
- Lo voy a rifar.
- ¡Estás loco! ¿Cómo vas a
rifar un burro muerto?
- Es que no voy a decir a
nadie que está muerto, por supuesto.
Un mes después de este
suceso, se volvieron a encontrar el viejo vendedor y el joven comprador.
-Que pasó con el Burro?
- Lo rifé, vendí 500 rifas
a $ 2.- y gané $998.-
-¿Y nadie se quejó?
- Sólo el ganador... pero a
él le devolví sus $ 2.
CONCLUSIÓN: éste es un ejemplo de cómo convertir una situación
desfavorable, en un éxito.
Un Maestro y un escorpión
Un maestro oriental,
cuando vió como un escorpión se estaba ahogando, decidió sacarlo del agua.
Cuando lo hizo, el
alacrán lo picó. Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó, y el animal
cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose.
El maestro intentó
sacarlo otra vez, y otra vez el escorpión lo picó.
Alguien que había
observado todo, se acercó al maestro y le dijo: "Perdone... ¡pero usted es
terco! ¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua lo picará?".
El maestro respondió:
"La naturaleza del escorpión es picar, y eso no va a cambiar la mía, que
es ayudar".
Y entonces,
ayudándose de una hoja, el maestro sacó al animalito del agua y le salvó la
vida.
No cambies tu
naturaleza si alguien te hace daño; sólo toma precauciones. Algunos persiguen
la felicidad,... otros la crean.
El Circulo del Odio
tolerancia, la
dulzura
, el p Un importante empresario estaba enojado y regañó al director de uno
de sus negocios. El director llegó a su casa y gritó a su esposa, acusándola de
que estaba gastando demasiado porque había un abundante almuerzo en la
mesa. La señora gritó
a la empleada, que rompió un plato y le dio una patada al perro porque la hizo tropezar.
El animal salió corriendo y mordió a una señora que pasaba por allí. Cuando ella
fue a la farmacia para hacerse una curación, gritó al farmacéutico porque le dolió
la aplicación de la vacuna. Este hombre llegó a su casa y le gritó a su madre porque
la comidano era de su agrado.
La señora, manantial
de amor y perdón, le acarició la cabeza mientras le decía: “Hijo querido, te prometo
que mañana haré tu comida favorita. Trabajas mucho, estás cansado y hoy precisas
una buena noche de sueño. Voy a cambiar las sábanas de tu cama por otras bien limpias
y perfumadas para que puedas descansar en paz. Mañana te sentirás mejor”. Lo bendijo
y abandonó la habitación, dejándolo solo con sus pensamientos.
En ese momento se interrumpió
el círculo del odio, al chocar con la tolerancia, la dulzura, el perdón y el amor.
erdón y el amor.
Fidelidad
Un matrimonio bautizó con la
palabra “Increíble” a su hijo, porque tenían la certeza que haría increíbles cosas
a lo largo de su vida.
Lo cierto es que, lejano a
aquel mandato familiar, Increíble tuvo una vida equilibrada y tranquila. Se casó
y fue fiel a su esposa durante setenta años.
Los amigos le hacían todo tipo
de bromas, porque su nombre no coincidía con su estilo de vida.
Justo antes de morir, Increíble
le pidió a su esposa que no pusiera su nombre en la lápida, para evitar cualquier
tipo de bromas.
Cuando murió, la mujer obedeció
el pedido, y puso, humildemente: “Aquí yace un hombre que le fue fiel a su mujer
durante setenta años”.
Cuando la gente pasaba por
ese lugar del cementerio, leían la placa y decían: “¡Increíble!”
El buscador de la Verdad
A un visitante que a sí mismo
se definía como buscador de la verdad le dijo el Maestro:
- Si lo que buscas es la Verdad,
hay algo que es preciso que tengas presente por encima de todo.
- Ya lo sé, una irresistible
pasión por ella … -dijo el visitante-
- No, una incesante disposición
a reconocer que puedes estar equivocado …-le respondió el maestro
La Ranita Sorda
Un grupo de ranas viajaba por el bosque, cuando de repente dos de ellas
cayeron en un pozo profundo. Las demás se reunieron alrededor del agujero y, cuando
vieron lo hondo que era, le dijeron a las caídas que, para efectos prácticos, debían
darse por muertas. Sin embargo, ellas seguían tratando de salir del hoyo con todas
sus fuerzas. Las otras les decían que esos esfuerzos serían inútiles. Finalmente,
una de las ranas atendió a lo que las demás decían, se dio por vencida y murió.
La otra continuó saltando con tanto esfuerzo como le era posible. La multitud le
gritaba que era inútil pero la rana seguía saltando, cada vez con más fuerza, hasta
que finalmente salió del hoyo.
Las otras le preguntaron: “¿No escuchabas lo que te decíamos?” La ranita
les explicó que era sorda, y creía que las demás la estaban animando desde el borde
a esforzarse más y más para salir del hueco.
Tengamos cuidado con lo que decimos, pero sobre todo con lo que escuchamos.
La ultima palabra
El alumno preguntó:
-¿Unas últimas palabras de sabiduría que pueda transmitirnos?
El místico se quedó pensando unos instantes.
- Podran superar casi cualquier dificultad recordando dos frases.
- ¿Cuáles?
- La primera: Lo que es, es. La segunda: Lo que no es, no es.
El místico prosiguió:
- Son muchos los que malgastan su tiempo concentrándose en lo que no es, habitan en cosas que no son reales.
Si algo es real, si ES, ya se trate de un sentimiento como la ira o un hecho como
un descenso en las ventas, es una pérdida de tiempo desear que no lo sea. Lo que
podemos hacer si algo es REAL, es ACEPTARLO tal como ES, y después decidir si queremos
emplear la energía necesaria en intentar modificarlo. Una vez decidido, hay que
poner toda la energía en las acciones que emprender. Esto es básicamente todo lo que hace falta para tener éxito en los
negocios
Negocios y en la vida.
El Problema
Un gran maestro y un guardián compartían la administración de un monasterio zen. Cierto día el
guardián murió, y había que sustituirlo. El gran maestro reunió a todos
sus discípulos para escoger
a quien tendría ese honor. “Voy a presentarles un problema —dijo—.
Aquel que lo resuelva primero
será el nuevo guardián del templo”.
Trajo al centro de la sala un banco, puso sobre este un enorme y
hermoso florero de porcelana con
una hermosa rosa roja y señaló: “Este es el problema”.
Los discípulos contemplaban
perplejos lo que veían: los diseños sofisticados y raros de la
porcelana, la frescura y elegancia de la flor... ¿Qué representaba
aquello? ¿Qué hacer? ¿Cuál era
el enigma? Todos estaban paralizados. Después de algunos minutos, un
alumno se levantó, miró al
maestro y a los demás discípulos, caminó hacia el florero con
determinación y lo tiró al suelo.
“Usted es el nuevo guardián —le dijo el gran maestro, y explicó—: Yo
fui muy claro, les dije que
estaban delante de un problema. No importa qué tan bellos y fascinantes
sean, los problemas tienen
que ser resueltos. Puede tratarse de un florero de porcelana muy raro,
un bello amor que ya no
tiene sentido, un camino que debemos abandonar pero que insistimos en
recorrer porque nos trae
comodidades.
Sólo existe una forma de lidiar con los problemas: atacarlos de frente.
En esos momentos no podemos
tener piedad, ni dejarnos tentar por el lado fascinante que cualquier
conflicto llevan consigo”.
Los problemas tienen un raro efecto sobre la mayoría de nosotros: nos
gusta contemplarlos,
analizarlos, darles vuelta, comentarlos... Sucede con frecuencia que comparamos nuestros
problemas
con los de los demás y decimos: “Su problema no es nada... ¡espere a
que le cuente el mío!” Se ha
dado en llamar “parálisis por análisis” a este
“Su problema no es nada... ¡espere a que le cuente el mí
proceso de contemplación e
inacción. Busca la solución!
Consejo chino
Una vez un campesino
chino, pobre y muy sabio, trabajaba la tierra duramente con su hijo. Un día el hijo le dijo: "Padre, ¡qué desgracia! Se nos ha ido el caballo."
"¿Por qué le llamas desgracia? - respondió
el padre, veremos
lo que trae el tiempo..."
A los pocos días el caballo
regresó, acompañado de otro caballo.
"¡Padre, qué suerte!
- exclamó esta vez el muchacho, nuestro
caballo ha traído otro caballo."
"¿Por qué le llamas suerte? - repuso el padre, veamos
qué nos trae el tiempo."
En unos cuantos días más, el muchacho quiso
montar el caballo
nuevo, y éste, no acostumbrado al jinete, se enfurecio y lo arrojó
al suelo. E muchacho se quebró una pierna.
"Padre, qué desgracia! - exclamó ahora el muchacho
- ¡Me he quebrado la pierna!" Y el padre, retomando su experiencia y sabiduría, sentenció:
"¿Por qué le llamas desgracia? Veamos
lo que trae el tiempo!"
El muchacho
no se convencía de la filosofía del padre, sino que se quejaba en su cama. Pocos días después pasaron por la aldea los enviados
del rey, buscando
jóvenes para llevárselos a la guerra.
Vinieron a la casa del anciano, pero como vieron al joven con su pierna entablillada, lo dejaron y siguieron de largo.
El joven comprendió entonces
que nunca hay que dar ni la desgracia ni la fortuna
como absolutas, sino que siempre
hay que darle tiempo al tiempo, para ver si algo es malo o bueno.
La moraleja
de este antiguo consejo chino es que la vida da tantas
vueltas, y es tan paradójico su desarrollo, que lo malo se hace bueno, y lo bueno,
malo. Lo mejor es esperar
siempre el día de mañana,
pero sobre todo confiar en
malo se hace bueno, y lo bueno,
malo. Lo mejor es esperar
sie
que todo sucede
con un propósito positivo para nuestras vidas.
Perseverancia
La historia dice que este hombre fracasó en los negocios y cayó en bancarrota
en 1831. Fue derrotado para la
Legislatura de 1832.
Su prometida murió en 1835.
Sufrió un colapso nervioso en 1836.
Fue vencido en las elecciones de 1836 y en las parlamentarias de 1843,1846,
1848 y 1855.
No tuvo éxito en su aspiración a la Vicepresidencia en 1856, y en 1858 fue derrotado en las elecciones
para el
Senado.
Este hombre obstinado fue Abraham Lincoln, elegido presidente de Estados
Unidos en 1860.
La lección es muy sencilla: sólo se fracasa cuando se deja de intentar.
Apuntar Alto
Un maestro quería
enseñarles una lección
especial a sus alumnos, y para ello les dio la oportunidad de escoger entre tres exámenes: uno de cincuenta
preguntas, uno de cuarenta y uno de treinta. A los que escogieron el de treinta
les puso una “C”, sin importar que hubieran contestado correctamente todas las preguntas.
A los que escogieron el de cuarenta
les puso una “B”, aun cuando más de la mitad de las respuestas
estuviera mal. Y a los que escogieron
el de cincuenta les puso una “A”,aunque se hubieran equivocado en casi todas.
Como los estudiantes no entendían nada, el maestro
les explicó:
“Queridos alumnos:
permítanme decirles que yo no estaba examinando sus conocimientos, sino su voluntad
de
“Queridos alumno
apuntar a lo alto”.
Cuando te apuntamos a lo alto, estamos más cerca de nuestros sueños
que si nos conformamos con pequeños
objetivos.
Vivir como las flores
- Maestro, ¿qué debo
hacer para no quedarme molesto? Algunas personas hablan demasiado, otras son
ignorantes.
Algunas son
indiferentes. Siento odio por aquellas que son mentirosas y sufro.
- ¡Pues, vive como
las flores!, advirtió el maestro.
- Y ¿cómo es vivir
como las flores?, preguntó el discípulo.
- Pon atención a
esas flores -continuó el maestro, señalando unos lirios
que crecían en el
jardín. Ellas nacen en el estiércol, sin embargo son puras y perfumadas.
Extraen del abono
maloliente todo
aquello que les es útil y saludable, pero no permiten que lo agrio de la tierra
manche la frescura
de sus pétalos.
Es justo angustiarse
con las propias culpas, pero no es sabio permitir que los vicios de los demás
te
incomoden. Los
defectos de ellos son de ellos y no tuyos. Y si no son tuyos, no hay motivo
para molestarse...
Ejercita entonces,
la virtud de rechazar todo el mal que viene desde afuera y perfuma la vida de
los demás
haciendo el bien.
Ésto, es vivir como
las flores
El Árbol de los problemas
El carpintero que había contratado para que me ayudara a reparar una vieja granja
acababa de finalizar
su primer día de trabajo.
Su cortadora eléctrica se había dañado,
haciéndole perder una hora de trabajo, y su viejo camión se negaba a arrancar. Mientras
lo llevaba a su casa, permaneció en silencio. Cuando
llegamos, me invitó
a conocer a su familia. Mientras
nos dirigíamos a la puerta,
se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol y tocó las puntas de las ramas con ambas manos. Cuando
se abrió la puerta, ocurrió
una sorprendente
transformación. Su bronceada cara estaba plena de sonrisas.
Abrazó a sus dos pequeños
hijos y le dio un beso entusiasta a su esposa.
De regreso me acompañó hasta el carro. Cuando pasamos
cerca del árbol,
sentí curiosidad y le pregunté acerca
de lo que lo había visto hacer un rato antes.
“Este es mi árbol de problemas —contestó—. Sé que no puedo evitar
tener problemas en el trabajo,
pero una cosa es segura:
los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa,
ni a mis
hijos. Así que simplemente los cuelgo en el árbol cada noche
cuando llego a casa, y en la mañana los recojo otra vez. Lo divertido —dijo sonriendo— es que cuando salgo a recogerlos, no hay tantos como los que recuerdo
haber
vez. Lo divertido —dijo son
colgado la noche anterior”.
El Juicio
Cuenta una antigua leyenda que en la Edad Media un hombre muy
virtuoso fue injustamente acusado
de asesinato. El culpable era una
persona muy influyente del reino, y por eso desde el primer momento se procuró
hallar un archivo expiatorio para encubrirlo. El hombre fue llevado a juicio y comprendió
que tendría escasas oportunidades de escapar a la horca. El juez, aunque
también estaba confabulado, se cuidó de mantener
todas las apariencias de un juicio justo. Por eso le dijo al acusado:
“Conociendo tu fama de hombre justo, voy a dejar tu suerte en manos de Dios:
escribiré en dos papeles separados las palabras 'culpable' e 'inocente'. Tú
escogerás, y será la Providencia la que decida tu destino”.
Por supuesto, el perverso funcionario había preparado dos papeles
con la misma leyenda: “Culpable”.
La víctima, aun sin conocer los detalles, se dio cuenta de que el
sistema era una trampa. Cuando el
juez lo conminó a toma uno de los papeles, el hombre respiró
profundamente y permaneció en
silencio unos segundos con los ojos cerrados. Cuando la sala
comenzaba ya a impacientarse, abrió
los ojos y, con una sonrisa, tomó uno de los papeles, se lo metió a
la boca y lo engulló
rápidamente. Sorprendidos e indignados, los presentes le reprocharon.
—Pero, ¿qué ha hecho? ¿Ahora cómo diablos vamos a saber el
veredicto?
—Es muy sencillo —replicó el hombre—. Es cuestión de leer el papel
que queda, y sabremos lo que
decía el que me tragué.
Con refunfuños y una bronca muy mal disimulada, debieron liberar al
acusado, y jamás volvieron a
molestarlo.
“Nunca dejemos de luchar hasta el último momento. En momentos de
crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento”.
Albert Einstein
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